martes, 5 de junio de 2012

Lo de las Hostias,no era broma....

Quizás fué en 1957,no lo sé, cuando mis padres arrendaron la casa del cura que ya no vivía en el pueblo; el caso es que en 1960 yo nací allí,en el comedor de diario que mis padres convirtieron en una estupenda habitación cuyo balcón da al oeste y por las tardes el sol daba y da que da gusto:estar,tender y claro!:nacer.


En 1963 mis padres compraron la casa :"como vendedor el cura párroco de........... soltero al recibir las órdenes, con autorización de Don.....................obispo de Palencia, como comprador J...........casado en primeras nupcias con M....................minero y vecino de Lebanza".Sólo una cosa: mi madre hizo los mismos esfuerzos para la compra, y en los "papeles" es la única vez que se la cita.

La casa la dejaron con poquitos recuerdos de los habitantes anteriores: un agujero al lado de la lumbre y debajo de la enorme trébede,donde el cura ponía una silla para  leer,un agujero estratégico en un lateral de la de carbón,donde asábamos patatas y manzanas, el horno del pan, que luego de forma práctica como otros recintos se comvirtió en cuadra. Pero recuerdo sobre todo el cuarto de abajo (hoy la cocina),al lao del de los tinacos,en él, me contaron,que ya el cura enfermo era donde decía misa.A la izquierda,toda la pared, había una librería con muchos libros,seguido una ventana y al frente otra.En ese cuarto mi madre hacía "el escogimiento" de patatas por orden: pa regalar a Doña Casilda, pa vender,pa sembrar, pa cocinar y pa los chones, parecía tener un doble calibre :en la mano y en los ojos,porque cuando a los demás nos tocó hacerlo,también medía las nuestras de refilón.

Los libros que en ese cuarto había eran los boletines oficiales del obispado de Palencia, y algún otro muy interesante, que no viene a cuento contároslo, yo leía de esos libros lo que me interesaba: nuevas ordenaciones sacerdotales,para ver si había alguien de mi pueblo o cerca (!joder!, a los de Redondo siempre les hacían canónicos o algo estupendo), y sobre todo las colectas pa la guerra de Marruecos, lo que cada pueblo había aportao, yo me sentía fatal,pues mi pueblo había dao poquísimo, poquísimo, y los de Carrión y Saldaña una barbaridad. En uno de los libros un tío mío encontró una vez una peseta de las de papel,!qué asco y envidia me dió que él la hubiera visto!.


Y sí,se dejaron también un hostiero (cacharro de hacer hostias), que visto desde hoy creo sería del siglo XVIII, mi padre nos las hacía y mi madre no se santiguaba,pero no la gustaba que lo hiciera.En los 90 el artilugio desapareció,y se acabaron las hostias.

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